sábado, 5 de marzo de 2011

Sócrates y el Intelectualismo Moral.

Sócrates (470 - 399 a.c) fue un filósofo griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. No escribió su filosofía, sino que se la enseñó a su discípulo Platón. Le juzgaron por hacer preguntas sobre el mundo actual y le condenaron a la muerte tomando la cicuta. Pero Sócrates aceptó su condena aunque sabía que era injusta. Respetó la ley y así fue libre.
Sócrates expuso numerosas reflexiones sobre el mundo de la época: la justicia, la felicidad, el conocimiento...etc, valores e ideales fundamentales para la ética. Opinada que "la política debería velar por las almas y enseñar la justicia, no aspirar y promulgar el poder". La justicia era un tema muy importante del que reflexionar. A través de las leyes, la política y la democracia el hombre hallaría el conocimiento y el saber del bien, así la felicidad. Pero sabía que la justicia no siempre se aplicaba como medio para conseguir estos valores y objetivos. A menudo se cometían injusticias (como luego vería en su propio juicio que le condenaría a la muerte) y los poderosos buscaban el poder y abusaban de él. "Cuando los poderosos cometen una injusticia, los primeros que lo padecen y a quienes afectan malamente es a ellos mismos". A partir de estas ideas fundó en concepto de INTELECTUALISMO MORAL. Este consistía en que a través del conocimiento (inteligencia) sabemos distinguir entre lo que esta bien y lo que está mal. El fruto del mal y los crímenes, y por tanto la acción contraria a la justicia, es la ignorancia. Si hacemos algo mal, es porque no sabemos que está mal. Solo la práctica nos ayuda a conocer la diferencia entre el bien y el mal. Por ello, deducimos que los humanos al equivocarnos aprendemos, y con ello adquirimos el conocimiento y la inteligencia que nos ayuda a conocer el bien y distinguirlo del mal. La justicia en definitiva debe preocuparse por la educación y no el castigo. La cárcel para el malvado no es la solución, si no la educación.
Relacionando todo lo anterior vemos que el bien, promulgado por la justicia, es una virtud con la que conseguimos la felicidad a través del conocimiento.

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