miércoles, 28 de marzo de 2012

El vitalismo de Nietzsche


La filosofía vitalista de Nietzsche tiene como objetivo afirmar la vida, exaltar los valores genuinamente vitales y celebrar la alegría de vivir, que no es más que resaltar por encima de todo la "voluntad del poder" (el instinto, la intuición, la fuerza creadora...) Esta afirmación vitalista choca con la cultura predominante en Occidente, que presenta la vida humana como una realidad de segundo orden, provocando una situación de desorientación, el nihilismo. El aspecto positivo de éste es la construcción de unos nuevos valores, propios de un hombre nuevo: el superhombre. El paso del hombre al superhombre supone el paso por tres estadios: "el camello", que carga con el peso de los valores tradicionales; "el león", gran negador, nihilista; "el niño", que se libera de los prejuicios para elaborar los nuevos valores que supondrán la exaltación de lo vital, con la fórmula del "eterno retorno".Para Nietzsche la filosofía es arte, una sabiduría trágica, una mirada que penetra en la lucha originaria de los principios antagónicos Dionisos y Apolo, una visión de lucha eterna entre unidad e individualidad. Esta filosofía supone la crítica radical a toda la cultura occidental: su moral, su religión, su ciencia , su filosofía.

Primero, critica la moral, que considera antinatural. La moral tradicional tiene su fundamento en el platonismo y su distinción entre el mundo sensible y el mundo inteligible, repetida por el cristianismo. El más allá salvador establece unas normas de conducta que aniquilan los instintos vitales del hombre. Esas normas le no dejan vivir esta vida y han sido impuestas por aquellos que no son capaces de soportarla. Critica la imposición de los valores que no vienen del hombre sino del Dios que han inventado y que, en realidad, no existe porque no hay nada fuera del mundo que le imponga al hombre una determinada naturaleza. Por esta razón, Nietzsche critica la metafísica tradicional, que supone el desprecio y el juicio negativo sobre este mundo, y la sobrevaloración del "inventado", el mundo inteligible. El vitalismo de Nietzsche es una alternativa a la ontología tradicional porque en ella se concibe al ser como fijo e inmutable mientras que , para Nietzsche, no existe más realidad que ésta: cambiante y contingente. La división del mundo en sensible e inteligible surge por el miedo del hombre al cambio y la multiplicidad que hacen problemática la explicación de la realidad. La creación del mundo inteligible tiene su fundamento en los conceptos. Pero el problema aparece cuando los tomamos, no como una interpretación de la realidad, sino como la realidad misma.

Frente al racionalismo y los conceptos, Nietzsche propone el arte, la metáfora, como método adecuado para representar la realidad, porque permiten múltiples perspectivas y significados que ponen de manifiesto la riqueza y multiplicidad irreductible de la vida . Pero Nietzsche se refiere al arte dionisiaco que ama a la vida. El autor critica a las ciencias positivistas porque reducen la realidad a lo cuantitativo y desprecian la individualidad de las cosas. Considera que estas ciencias se comportan como una nueva moral defendiendo la supremacía de la verdad. La ciencia es la nueva religión en la época moderna y es un arma que utiliza el poder para someter al individuo.

En definitiva, la muerte de Dios es la culminación del nihilismo, la afirmación radical de la vida que se expresa en la idea del eterno retorno y se realiza en la figura del superhombre y en la afirmación de los valores dionisíacos, fruto de la voluntad de poder. Esto supone para el hombre el acceso a una situación casi sagrada, a un estado de lucidez y plenitud reservado a los dioses.