miércoles, 2 de marzo de 2011

Kant.

Para Kant, toda la moral del ser humano debía poder reducirse a un solo mandamiento fundamental, nacido de la razón y no de la autoridad divina, a partir del cual se pudieran deducir todas las demás obligaciones humanas. Definió el concepto de «imperativo» como cualquier proposición que declara a una acción (o inacción) como necesaria. Según Kant, las morales anteriores se basaban en imperativos hipotéticos, con lo cual no eran de obligado cumplimiento en cualquier situación y desde cualquier planteamiento moral, religioso o ideológico. Un imperativo hipotético llevaría a una acción en determinadas circunstancias (por ejemplo, «Si quiero el bien común, no debo cometer un asesinato»), de manera tal que quien no comparta la condición («querer el bien común») no se ve obligado por esa clase de imperativos. Un imperativo categórico, en cambio, denotaría una obligación absoluta e incondicional, y ejercería su autoridad en todas las circunstancias, ya que sería autosuficiente y no necesitaría justificación externa. El valor moral de una acción, no reside en aquello que se quiere lograr, no depende de la realización del objeto de la acción, sino que consiste única y exclusivamente en el principio por el cual ésta se realiza, alejando la influencia de cualquier deseo.

El principio por el cual se realiza un acto es llamado por Kant, 'máxima' de la acción, es decir, el principio o fundamento subjetivo del acto, el principio que de hecho me lleva a obrar.

En esta línea, Kant formula el imperativo categórico:

Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal

De esta forma, obraremos moralmente solo cuando podamos desear que nuestro deseo sea válido para todos. Así, lo que se pretende es eliminar las excepciones, siendo igualmente válida para todas las personas.

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